martes, 4 de mayo de 2010

Dimensión comunicativa de la música

Reflexionando sobre la significación en los sonidos musicales, podríamos decir que la música pone al descubierto la dimensión comunicativa del sonido. El sonido nunca está aislado, sino que forma parte de la comunicación humana, independientemente de cómo sea dispuesto, diversificado, transformado, dividido y reagrupado. No se trata del sonido y el sentido, sino del sentido en el sonido. Por ello resulta incorrecto limitar la significación de la música sólo al ámbito del lenguaje musical. La música es un hecho semiótico porque implica toda una red discursiva y por ello necesita inscribirse en diferentes y variados trayectos interpretativos.

Ahora convendría pensar un poco de dónde parte el proceso comunicativo para producir sentido. Por más sorpresiva que pueda resultar la comunicación, ésta siempre utiliza una comunicación inmediata anterior para observar y demostrar que ha sido comprendida. Una acción comunicativa seguida de otra siempre es la prueba de que la comunicación anterior fue entendida, de ahí que la comunicación sólo sea posible como proceso autorreferencial. El autor señala al acto de entender como un momento indispensable para la génesis de la comunicación.

La acción comunicativa de la música, y del arte en general, es un objeto de análisis complicado y misterioso pero eso no impide descubrir elementos reveladores de su función simbólica, tanto en sus procesos autorreferenciales como en la producción de nuevos sentidos. Uno de ellos es el carácter inédito que tiene el fenómeno de la percepción musical, ya que siempre hay algo nuevo en la experiencia musical, incluso durante su reproducción artificial. Todo discurso musical se realiza en el "aquí y ahora", en el acto de escucha o de lectura. Y esto es así porque siempre nos enfrentamos con algo "nuevo" y "original" desde el momento mismo en que la música es interpretada y percibida, puesta en obra ya sea en directo o a través de la reproducción electrónica, aunque se trate de una música ya conocida anteriormente.

lunes, 26 de abril de 2010

Música en bares y boliches

Vivimos la música en prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida. En la calle, en nuestras casas u oficinas, en la compu o en un equipo de música. También la encontramos cuando salimos en bares y boliches. Variedad para todos los gustos, rock, cachengue y hasta lentos. El que busca encuentra y en esa gran oferta que nos entretiene a tantos, podemos encontrar problemas y discutir sobre públicos, ambientes y gustos.
Vamos a un boliche y la música está que explota, ¿escuchamos lo que nos dice nuestro amigo? ¿Importa? Vine a pasarla bien. Vamos a un bar y la música nos ayuda a descifrar si debemos quedarnos sentados conversando o si estamos invitados a movernos en esa pequeña pista de baile. La música define códigos, sean buenos o malos depende de quién los mire.
A gusto de consumidor, la música nos acompaña a donde sea que vayamos. En nuestras salidas con amigos nos regala anécdotas que contaremos por años y así también nos invita a bailar, divertirnos, reír y relajarnos en ese tiempo de ocio que disfrutamos. Entonces disfrutémosla a esa música que tanto tiene para darnos y no la convirtamos en algo negativo que genere prohibiciones y disgustos en aquellos que, después de todo, buscan lo mejor para todos –aunque sea a costa de quitarnos lo que más nos gusta.

domingo, 25 de abril de 2010

Percibiendo...

¿Podemos decir que la percepción de la música varía según el espacio en el cual nos encontramos?¿Los estilos musicales pertenecen a un espacio determinado?¿En cualquier espacio puedo llegar a escuchar cualquier tipo de música?¿La música que escuchamos habla por nosotros? O…habla de nosotros?

Entonces retomando a los espacios, en qué lugar quedará ubicado el músico, ¿Para quién compone?¿Lo hace pensando en donde será escuchado? O... es un tema secundario?

Que percibimos cuando escuchamos música?Percibimos espacios?, tiempos?, nos remontan a situaciones alojadas en el inconsciente… o tal vez, nos traigan olores o sensaciones olvidadas por ahí. ¿Por qué hay música que nos emociona? Que cambia en nuestro ser cuando escuchamos esa música?, ahí creo, entra el cómo la percibimos, entra en juego el alma, tan inexplicable para muchos.

Hoy en día tenemos música que trasciende generaciones enteras y sigue emocionando, y así también tenemos los “hitasos” con una semana de vida. De donde sale la esencia? Quien la tiene? Pareciera que se entra en un trance cósmico, donde no importan, tal vez, ni el tiempo ni el espacio, un estado casi mágico que sólo se disfruta entregándose, así nomás, vulnerables, desnudos.

entreguémonos,

yo ya me entregué

Abrazos perceptivos,

Tchabita

jueves, 22 de abril de 2010

re interpretaciones



Absolutamente sin intención alguna de ser objetiva, y sin estudio previo sobre el tema, intento plantear esta coexistencia entre el arte callejero y la sociedad, más precisamente la música callejera, habitualmente escuchada en subtes, colectivos, trenes, peatonales, o simplemente un transeúnte silbando algún viejo tango,
¿Hasta dónde podemos expandirnos?
¿Cuál es el límite?
¿Tiene que ver con el lugar que uno ocupa, o con el lugar que le hacen ocupar?

No es un lugar físico sino un lugar simbólico, somos consientes que gran parte de la sociedad ha quedado completamente desplazada y hacen su labor por las calles, de ahí tal vez la mala fama, o no.
Creo que no cabe duda que el Ser creador de música tiene el alma elevada, pero, en qué punto se enlaza con un compromiso? Es decir, sirve para algo el músico?
Cuál es la misión del músico? Mas precisamente, cual es la misión del músico callejero, sea en estados unidos, en África o en la calle florida…

Podría ser tranquilamente intentar ganarse la cena, o comunicar sus creaciones, o porque no comunicar un compromiso para con el otro, a mediados de los 60 empezó a aparecer el “artista comprometido”, en este caso el músico usaba sus armas en servicio de un ideal más grande que él mismo, su música y sus pares, algo que lo excedía por completo, estaban en plena lucha contra el sistema “Voy a cantar canciones de amor para pintar lo repudiable” (SR). De ahí creo que nace el arte como un método de lucha pacifico.
Socialmente está mal visto, tal vez, el arte callejero, los encasillan como vagos, sin saber el porqué, de su presencia ahí, los encuadran en el sector rezagado de la sociedad y ni se toman el atrevimiento de disfrutar, porque tal vez, los corrompan.

Creo que es una bendición tener artistas repartidos por todas nuestras calles, en todos los rincones de la ciudad, deleitándonos con su música, haciéndonos ver lo que no queremos, y obligándonos a entender que algo pasa, tal vez sean ellos los responsables de esa función, la función del estar ahí, tal vez, con la intención de algunos de marginarlos, o las ganas de otros de quedarse escuchando mas y mas, sean ellos el arma de trasmisión en esta actualidad, en esta sociedad pasando desapercibidos para algunos y tan presentes para otros.

Abrazos musicales.

Tchabi

lunes, 19 de abril de 2010

LA MUSICA Y EL ESPACIO URBANO



Con todo, cualquiera que tenga un mínimo de conocimiento de la litera tura filosófica y teórica relativa a la música quedará sorprendido por la frecuencia con que aparecen en ella terminologías y categorías espaciales. Ciertamente, parece como si fuera absolutamente imposible hablar de música sin recurrir a nociones espaciales de alguna clase. Así, incluso al tratar los aspectos más ele mentales de la organización de las alturas -recordemos que, de entre los elementos de la música, la altura es el único exclusivamente musical- hay que echar mano de oposiciones orientadas espacialmente, del tipo "arriba y abajo", "alto y bajo", "grande y pequeño" (en referencia a "distancias" interválicas ), etc. En consecuencia, pace Schopenhauer, el espacio parece formar parte inseparable de la experiencia musical.